Es triste pero ¿para qué amargar a los que nos rodean?
Mejor cayarnos y aguantar, así no seremos juzgados ni criticados por los demás.
Somos fuertes y sabemos guardarnos el dolor para nuestros adentros.
Y también sacar una sonrisa tras la que se oculta una tristeza que nos vuelve gris el alma.
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